En orden de potencia decreciente los coros son los siguientes:
Primera jerarquía: serafines, querubines, tronos.
Segunda jerarquía: dominaciones, virtudes, potestades.
Tercera jerarquía: principados, arcángeles, ángeles.
Los ángeles van de un lado a otro sin cruzar el espacio y sin gastar tiempo en su desplazamiento. Son telepáticos, transmiten lo que piensan sin mediación alguna. No están sujetos al tiempo ni al movimiento. No razonan discursivamente, pasando de las premisas a las conclusiones, de lo primero a lo segundo, según la sucesión lógica, temporal, de la razón. Su conocimiento de las cosas es intuitivo e inmediato, no viene de conceptos abstractos tomados de la experiencia. No razonan: comprenden. No deducen: entienden por iluminación divina.
No tienen cuerpo y no tienen tampoco las emociones del cuerpo. Están libres de la guerra de las emociones y la razón. Su capacidad de amar brota sólo de lo que saben, pues nada sienten y nada ven y nada apetecen sino la contemplación de la sustancia divina. Son, en suma, creaturas de Dios, espirituales en sustancia y en naturaleza, que juegan desde el cielo un papel en el gobierno divino del universo.
Como se sabe desde el siglo VI, en que Dionisio el sirio tuvo la visión definitiva de la cosa, hay tres jerarquías angélicas en el coro celestial.
La primera es el vestíbulo de Dios donde moran los ángeles que conocen las esencias de Dios mismo. La segunda es el universo, donde sirven los ángeles que conocen las causas generales de todo lo que existe. La tercera es el mundo, donde forman los ángeles que tienen a su cargo los asuntos humanos.
Cada jerarquía celestial tiene a su vez tres órdenes. Por tanto, son nueve los coros angélicos que gobiernan con Dios el universo.
El coro primero y más alto es el de los seres que tienen conocimiento directo de la esencia divina. Se llaman serafines y resplandecen, envueltos como están en las llamas del amor que nace de su conocimiento.
El coro segundo es el de los ángeles que contemplan la bondad divina, y se llaman querubines porque irradian “plenitud de sabiduría”.
El tercer coro angélico conoce los juicios de Dios, y sus miembros se llaman tronos porque el trono es el símbolo del poder del Reino.
El cuarto coro dicta la forma de cumplir los juicios divinos. Sus soldados se llaman dominaciones, que significa autoridades, pues tienen autoridad para mandar lo que ha de hacerse en cumplimiento de los designios de Dios.
El quinto coro administra el movimiento de los cuerpos celestiales y sus miembros se llaman virtudes, pues tienen como misión evitar el fracaso de las causas virtuosas que gobiernan la creación.
El sexto coro angélico se llama de los poderes, pues tienen el poder para evitar que influencias malignas y confusiones operativas alteren el orden de la Providencia.
El séptimo coro se ocupa de naciones y ciudades, a causa de lo cual sus heraldos angélicos se llaman principados.
El octavo coro es el de los arcángeles que cuidan de las multitudes, inculcan en ellas la Fe, propagan el Culto, y llevan a los hombres los mensajes de Dios.
El noveno y último coro se encarga de los individuos, sus miembros son guardianes de los hombres y los únicos que deben llamarse propiamente ángeles único y distinto.
La sociedad angélica es una jerarquía perfecta en la que cada miembro ocupa un rango propio. Los ángeles se ordenan en el cielo según el resplandor jerárquico de su proximidad relativa con la luz divina. No hay rencillas ni discordias entre ellos pues, como dice el Dante, “todos los lugares en el Cielo son el Paraíso, aun cuando la gracia de Dios no llueva en igual medida para todos”.
La sociedad de los ángeles se gobierna por el conocimiento y el amor, no necesita coerción ni castigos.
En su radiante armonía teológica, sin embargo, los ángeles esconden desde su origen el misterio del mal. Nacidos de la mano de Dios llegan al cielo y la tierra divididos en dos bandos: el de la luz que baña el coro celestial y el de las tinieblas que cubre la rebelión fundadora de Luzbel, el pecado original del ángel supremo que se niega a ser menos que Dios, su creador.
Satanás tienta a Adán en el paraíso, pero nadie tienta a Luzbel en su nacimiento angélico. El pecado de Luzbel nace de su creador, fuente infinita de bondad que siembra, sin embargo, al mismo tiempo, la luz y la sombra como si en su sabiduría también infinita tuviera que admitir la existencia del mal como inevitable en el diseño de su obra.
PRIMERA JERARQUIA
Se cree que estos ángeles sirven como consejeros divinos
SERAFINES
El serafín es la orden de mayor jerarquía angelical, sirviendo como encargados del trono de Dios y cantándole continuamente sus alabanzas. Se dice que rodean el trono de Dios, regulando el movimiento de los cielos según emana de Dios. Se los representa con tres pares de alas con ojos, con ellas se cubren el rostro y el cuerpo para protegerse del intenso resplandor que emite Dios.
Los serafines son mencionados en Isaías 6:1–7
Rodean el trono de Dios y están en constante alabanza cantando el trisagio hebreo «Kadosh, Kadosh, Kadosh» («Santo, Santo, Santo es el Señor de los Ejércitos, la tierra está llena de su Gloria»)
En la creencia cristiana, los serafines se caracterizan por el ardor y la pureza con que aman las cosas divinas y por elevar a Dios a los espíritus de menor jerarquía. Se les conoce como "las flameantes llamas del rayo", "rayos de fuego del amor" o "llamas ardientes". Cantan sin cesar la música de las esferas, regulan el movimiento de los cielos y son la vibración primordial del amor.
Los serafines son seres que pueden ser vistos solo por quienes son “elevados” a una dimensión superior, es decir, un estado en el que el cielo “se abre para ellos” (Ezequiel 1:1; Ap 4:1,2; 19:11).
En los contados casos en que eso ocurre, la descripción zoomórfica que se hace de esos “ministros” de Dios [serafines (semejantes a animales con seis alas —Isaías 6:2—), querubines (semejantes a animales con cuatro alas —Ez 1:6—), o arcángeles (seres en forma de antorchas —Ap 1:4; 4:5—)] es representativa de las diferentes funciones que esos seres celestiales cumplen ante el Creador.
La iconografía cristiana representa a los serafines como seres alados, pero con la peculiaridad de poseer tres pares de alas, el primero de los cuales tapa su rostro ya que, al ser los seres más bellos del universo, sólo Dios tiene derecho a contemplarlos. Con el segundo par de alas vuelan y el tercero cubre sus pies, pues simbolizan así la eterna humildad y amor debidos sólo a Dios. En el judaísmo se presentan como serpientes doradas con seis alas que tienen el poder de sanar, acorde a la etimología de la palabra.
QUERUBINES
Los querubines son los guardianes de la luz y las estrellas. Se cree que, aunque no están en el plano de la realidad humana, su luz divina se filtra del cielo y toca las vidas de los hombres. Se los representa con dos pares de alas.
Se piensa que los querubines son una orden dentro de los ángeles, aunque otros los clasifican como seres a un nivel mayor que el de los ángeles. Su rango entre los ángeles siempre ha sido colocado en la primera jerarquía.
Encontramos su descripción en Ezequiel 21
Los querubines son mencionados en Génesis 3:24 y Ezequiel 10:17–20
En la angelología cristiana, un querubín (Heb. כְּרוּב, pl. כְּרוּבִים, Ing. trans kərūv, pl. kərūvîm, dual kərūvāyim Lat. cherub[us], pl cherubi[m], Acadio ܟܪܘܒܐ) es un tipo de ángel del segundo de los nueve coros angélicos. Son considerados como los guardianes de la gloria de Dios. Su nombre significa «los próximos» o «los segundos».
Tienen una característica de guardianes y al mismo tiempo de «carruaje». En Ezequiel 1:9 se dice de los querubines que «sus alas se juntaban unas con otras», por lo que se da la imagen de un grupo homogéneo, constituyendo una especie de «carroza celestial».
Su desplazamiento es veloz: «los seres iban y volvían, como si fueran relámpagos» (Ez 1:14). De acuerdo con el Apocalipsis su velocidad es como la de un relámpago.
La palabra querubín viene del hebreo querub, que puede significar «toro» o «los próximos» o «segundos», en referencia al coro angélico que es liderado por los serafines. Con el transcurrir de los siglos la imagen de los querubines se asimiló a la de un ángel niño. Querubín viene del hebreo kerubim con el mismo significado de «angelito».1 Ahora bien, en su etimología hebrea, karov significa «cercano». Debido a que en la disposición de los coros de los ángeles, los querubines están cercanos a Dios, se los llamó krubím. Existen discusiones por la grafía de la palabra que suena igual (krubím y crubín), pero en hebreo se escribe con otras letras (Éxodo 25:18).
Los querubines son seres que pueden ser vistos solo por quienes son «elevados» a una dimensión superior, es decir, a un estado en el que el cielo «se abre para ellos» (Ezequiel 10:14; I Reyes 6:23-28).
TRONOS
Los tronos están relacionados con las acciones de los hombres. Son entes que antiguamente eran llamados Espíritus de las Estrellas. Llevan un registro de las acciones. Son también los constructores del orden universal. Se les representa como seres inmensos de alas circulares iluminadas con los colores del arco iris. Son los portadores del don de la perseverancia. Su deber es cargar el trono de Dios por el paraíso.
Los tronos son mencionados junto a otros seres espirituales en Colosenses y en Apocalipsis.
SEGUNDA JERARQUIA
DOMINACIONES
Tienen la tarea de regular los deberes de ángeles inferiores. Reciben órdenes de los serafines, los querubines, o hasta de Dios, son responsables de asegurarse de que el universo se mantenga en orden.
VIRTUDES
Son iguales a los principados, pero su deber es supervisar a distintos grupos de personas. Tienen la forma de rayos de luz que inspiran a la humanidad de distintas maneras.
Los seres de virtud son mencionados en Primera Epístola de San Pedro
POTESTADES
Son seres angelicales encargados de salvaguardar la conciencia y la historia. Los ángeles de la muerte y nacimiento se encuentran en esta categoría. Su deber, además, es supervisar la distribución de poderes entre los humanos.
TERCERA JERARQUIA
Principados
Los principados son los guardianes de las naciones y los países. Supervisan aquellos eventos que afecten a las naciones, incluyendo política, temas militares y comercio.
Arcángeles
Los arcángeles atienden las áreas de los esfuerzos humanos y son los líderes administrativos de los seres celestiales. Un arcángel recibe, usualmente, una tarea de importancia para la humanidad. Por este motivo no hay diferencias físicas en ángeles y arcángeles, la diferencia radica en rol asignado por Dios.
La Biblia menciona tres por su nombre: Miguel Arcángel, Rafael Arcángel, Gabriel Arcángel.
San Miguel (arcángel Miguel) fue nombrado príncipe después de derrotar al maligno, y es el encargado de entrenar a las tropas de ángeles guardianes.
Ángeles
Los ángeles son la orden inferior en la jerarquía angelical, y los más conocidos por los hombres. Son los que más están relacionados a los asuntos humanos. Dentro de la categoría de ángeles hay muchos tipos de funciones. Son los ángeles de esta jerarquía los que son enviados como mensajeros y protectores ante los hombres. Los más invocados por los hombres.